Es prácticamente imposible encender el televisor en Navidad y no ‘toparte’ con algún título cinematográfico típico de estas fechas. Si no es así, siempre recurrimos a alguna de nuestras plataformas de streaming para recordar nostálgicos esa época. Estos momentos del año tanto en el cine como fuera de él están llenos de buenos propósitos, «En Navidad se dice la verdad» y también nos invade una melancolía extraña, que mezcla alegría y nostalgia.
El cine nos hace recordar momentos pasados de cuando éramos niños, y nos hace revivir momentos inolvidables de películas navideñas que veíamos una y otra vez. La presencia de un joven Macaulay Culkin en «Solo en casa» (1990) y «Solo en casa 2: Perdido en Nueva York» (1992) ya nos teletransportan inmediatamente a nuestros años de infancia. Así es: la Navidad en el cine es un recurrente cada mes de Diciembre.
Pero, ¿realmente sucede así en la vida real? ¿Es más ficción que realidad lo que se nos muestra? Sea como fuere, títulos como «Love Actually» (2003) nos recuerdan que: ‘el amor, en realidad, está en todas partes’. Por eso nos gusta la Navidad en el cine, porque esa niña o niño que llevamos dentro, recuerda frente a la pantalla del televisor otras épocas pasadas con cariño, amor, añoranza. Y lo hace a través de las películas. Nos aferramos a cada recuerdo, a cada juguete, a cada película que nos hizo soñar con una realidad muy diferente a la nuestra, en ocasiones. Y mientras rememoramos estos pequeños momento de épocas pasadas, se nos esboza una pequeña sonrisa nostálgica que nos mueve por dentro.
El famoso tema de Mariah Carey interpretado por la actriz y cantante Olivia Olson en la película «Love Actually» (2003) | Vídeo en el canal «Movieclips»
En este artículo, nuestro colaborador mexicano Alejandro Moreno lo expresa muy bien y con la sinceridad crítica que le caracteriza: ¿es la Navidad que vemos en nuestras pantallas ‘una Navidad de verdad’? Probablemente no, pero nos sigue encantando.
Índice... lo que descubrirás
Al igual que la Navidad en el cine se vive de un modo diferente en cada película, cada país e incluso ciudad en el mundo lo vive ‘a su manera’, con sus propias tradiciones. Es imposible hablar de todas, ya que la lista de costumbres es infinita, así que mencionaré solo las que tengo más cercanas a mis vivencias.
En la Navidad creciendo en Puebla, que esta localizado en el centro de México, la fiesta se asocia con posadas, piñatas, ponche, luces de bengala, los platos navideños son: romeritos, ayocotes, bacalao a la vizcaína (plato que los vascos conocen como entomatado) pierna en adobo… por mencionar algunos.
Cuando era niño ‘Santa Clos’ era bastante ‘marro’ (agarrado, tacaño); los espléndidos para los juguetes eran los Reyes Magos. Por un tiempo viví en el Puerto de Veracruz, recuerdo que ahí tenían una tradición de ‘cantar la rama’ y cuando viví con un amigo de Mérida (Yucatán), me contó que ahí tenían ‘El baile del pavo’ del grupo musical Los Méndez (si usted no ha presenciado dicho espectáculo, por favor dese la oportunidad en YouTube).
Mi padre es de un pueblo en el estado de Puebla, ahí en la Navidad ‘se acuesta al Niño Dios’. Esta es una tradición donde las señoras llevan sus pequeñas, medianas y grandes estatuillas del niño Jesús y lo arrullan con cantos varios. Algunas usan mantilla porque están frente a Jesús y los presentes tienen que besarle el piececito a la figurilla (impensable en tiempos de COVID).
Entre ‘cracker’ y ‘cracker’: una buena ‘pinta’ inglesa
Cuando viví en Reino Unido aprendí que allí usan algo llamado ‘crackers’ que son cilindros de papel en forma de dulce, dentro cargan una corona de papel y alguna novedad absurda. La idea es que en la mesa los invitados tomen cada uno dos cilindros por el extremo mientras el comensal por derecha e izquierda sujeta el otro extremo. Al final todo el mundo jala y el cilindro cede con un pequeño ¡crack! Todas y todos llevan puesta la corona de papel mientras comen su comida navideña del 25 de diciembre. Algo a recalcar es que en Reino Unido es común que el 24 de diciembre la gente salga con sus amigos a emborracharse al Pub. Y el 25 es el día de estar todo el tiempo con la familia. El país se paraliza, no hay transporte, todo cierra y estaba el discurso de la reina.
Y después de un festín ‘de cine’, ¡a rezar al gallo!
En México y como he visto en España, el 24 de diciembre es Noche Buena, se cena con la familia o amigos cercanos obligatoriamente, no hay bares abiertos a partir de las 7pm. En España es común tener turrones y licores de sobremesa el 24 y 25. Vean cualquier videoclip del cantante C. Tangana para darse una idea de sobremesa hispano ibérica.
En pueblos de México y España a la medianoche del 24 hay ‘misa de gallo’, tradición que aunque proteste fui obligado a realizar con mi familia en 2 o 3 ocasiones. Sin embargo, en Oaxaca, México, tienen calandrias, que son procesiones que salen de diferentes barrios con lamparones. Van bebiendo, unos días antes es la fiesta del rábano, donde toman dicha legumbre y crean nacimientos (belenes) escenas del año, réplicas de pueblos y varias maquetas hechas de puro rábano. Me han dicho que en países como Suecia al medio día pasan un corto del Pato Donald del Disney de animación tradicional de 1953 (creo que en México las televisiones intentaron sin éxito hacer lo mismo con «Titanic»).
Como puede leer, parece que las tradiciones navideñas son variadas y muy pintorescas alrededor del mundo. Ahora bien, ¿por qué entonces Hollywood se empeña en recetarnos la misma fórmula en las películas navideñas? Nieve, colores rojo y verde, trineos, árboles con fogatas…
Ni siquiera representa la realidad de los Estados Unidos. No he visto que haya mucha nieve en Los Ángeles, Dallas, Phoenix o el estado de Florida. Y aquí tengo un serio conflicto con las historias de celuloide porque, en gran parte, soy un admirador y entusiasta del género navideño. Sin embargo, también me taladraron en mi infancia que me estaba perdiendo algo.
No podía disfrutar del todo mis piñatas, mis luces de bengala, sin saber muy dentro que como no había nieve en Cholula (México) no era verdaderamente Navidad. No me sabía del todo bien ir a ‘Juguetirama’ de tiendas de ahorro ‘Aurrera’, porque nada tenían que ver con ‘Toys R Us’ o ‘FAO Schwartz’. Muy en el fondo eran unos pasillos del supermercado que estaban repletos de juguetes y sí, eran lo máximo, pero aun así tenía esa zozobra que no era todo lo que podía ser.
Lo que Macaulay Culkin me enseñó
A mí el Instagram no llegó a venderme la idea de que la vida de alguien era genial y que yo me estaba perdiendo de algo, no señor, eso fue Macaluy Culkin en «Solo en casa». Y no tanto por sus divertidas aventuras y peripecias, pero porque la familia estaba teniendo una época navideña como debía de ser, con suéteres navideños. Mi papá se ponía una corbata y una camisa para Navidad. Él también ‘me amenazaba’ con que me pusiera mi camisa formal y mi pantalón de sastre so pena de golpes en las nalgas. Nadie se vestía de ‘Santa Clos’ en mi celebración navideña. En ella solo había santos dramas si alguien usaba yogur en lugar de crema en la ‘ensalada navidena’.
Macaulay Culkin en el trailer de la película «Solo en casa» (1990) | Vídeo en el canal «Rotten Tomatoes Classic Trailers»
Una chica que me gustaba de adolescente me dijo que si saldría conmigo en época navideña. Aun así sentía que algo me estaba perdiendo porque el Centro Comercial Angelópolis de mi ciudad no se parece a Picadilly Circus. Y desde luego el aeropuerto hermanos Serdán (Puebla) no es Heathrow (Londres), ni remotamente se parecía a ninguna escena de la película «Love Actually». Por cierto… ¡en «Love Actually» no hay crackers!
Mientras en cualquier banda sonora de Hollywood está la típica canción «Carol of the Bells», en mi casa siempre sonaba «Navidad Con Las Estrellas» un LP con Mijares, Timbiriche y un montón de estrellas ochenteras mexicanas hechas en el canal Televisa.
Las lucecitas navideñas que alumbran la casa de Chevy Chase en «¡Socorro! Ya es Navidad» (1989) encienden a la primera (hay problemas por cómo conecto las cosas). En mi casa teníamos una serie de luces y cada año mi hermano, mi primo y yo teníamos que reemplazar las luces defectuosas con unos foquitos que venían en pico. Esto lo hacíamos para ‘joderle’ (disculpen la expresión) la manos a los infantes.
Así que sí, soy un entusiasta y fanático de películas navideñas. Sin embargo, debo admitir que me dejaron con un sentimiento de que me estaba perdiendo algo en Navidad. De que por alguna razón no estaba celebrando la Navidad de la manera correcta, como se debía.
A la distancia, la verdad que me dejaron algo extra. Es decir, tengo las tradiciones de cualquier poblano y las atesoro. Y además, a su vez he podido ver cómo celebran en otras latitudes las fiestas. De este modo, he sido ‘abrazado’ por el ambiente navideño por todos lados.
No me queda más que desearles que vivan sus fiestas como siempre lo hayan hecho. Y, por supuesto, disfruten las Navidades que vean en el cine y en la televisión cada Diciembre. Pero por amor de Dios: no se amarguen si no hay nieve en sus confinas… ¡FELIZ NAVIDAD!
¿Te ha gustado este análisis de la Navidad y el cine de nuestro compañero Alejandro? Te invitamos a que leas su artículo analizando «El terror en el cine».
Autoría del artículo
-Alejandro Moreno